El toro "Ómicron", calamocheando, sigue embistiendo al mundillo taurino; nadie le pisa los terrenos a este marrajo y la ciencia, toreándolo a la sana distancia, trata de lograr una vacuna que salve a la humanidad de la terrible pandemia que la embiste en este primer quinto del siglo XXI.

En esta circunstancia, los festejos taurinos se celebran en algunas partes en ambos lados del Atlántico y en otras no; todos andan desesperados, los que quieren ganar dinero porque de eso viven y otros porque son aficionados y tienen ganas de gastar su dinero en un boleto para presenciar su espectáculo favorito, es decir, las corridas de toros. Ya vendrán tiempos mejores.

Como no veremos toros en la televisión hasta el sábado 29 de enero, si es que estamos vivos (lo tonto es aparte), nos entretenemos los domingos por la tarde, como podemos; en esta ocasión nos entretuvimos con lo que a continuación leerán, pues versará sobre la compra de un restaurante que hizo un torero español, al retirarse del arte de torear reses bravas.

El mataor de marras se llamó Félix Colomo, quien ahorró un buen puñao de pesetas y estando en venta en Madrid, un restaurante llamao La Cava de San Miguel, lo compró y aún en estos tiempos de pandemia, se encuentra a un lao de la plaza Mayor, bajando por el callejón de "Cuchilleros".

Desde luego el restaurante es uno de los más famosos en la ciudad del Oso y el Madroño, pero desde que Félix lo adquirió, de inmediato le cambió el nombre y le puso el de un famoso bandido español, que en tiempos antiguos asoló a los habitantes de la región, su nombre: Luis Candelas y para que se viera original, Colomo contrató un bandolero de verdad para que recibiera a los comensales. Hoy recibe a la clientela un empleado disfrazado de bandido.

Desde entonces La Cueva de Luis Candelas, como se llama ahora, es uno de los restaurantes en Madrid, a los que se debe ir a comer y a beber, a beber y a comer, sobre todo si se visita por primera vez la capital hispana, sin menoscabo de otros muchos lugares muy antiguos que pululan por la ciudad, donde no duele gastarse unos cuantos euros en compañía de la familia, los amigos o alguna maja. Vale.

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