Ciudad Juárez.- Redescubrir la biodiversidad que emana y converge en el suelo fronterizo nos brinda la oportunidad de reconocernos como parte del ecosistema y celebrar el Día de la Madre Tierra hoy 22 de abril.

Una conmemoración instaurada en 2009 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que tiene antecedentes en Estados Unidos, cuando en 1970 se organizaron manifestaciones a favor de un medio ambiente sano y sustentable.

La fecha busca crear conciencia del impacto que tienen las acciones humanas en el entorno natural que se habita, la sobrepoblación, la contaminación, la gestión de residuos y la sustentabilidad.

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Carlos Sánchez Colunga

El municipio de Juárez tiene una extensión territorial de 6 mil 561.14 kilómetros cuadrados, se encuentra insertada desde su fundación hace más de 300 años en un espacio donde las condiciones climáticas son extremosas, con vegetación, animales, suelo, agua y formaciones de terreno peculiares, perteneciente al desierto Chihuahuense, uno de los más grandes del mundo, además de colindar con la cuenca del río Bravo.

Las dimensiones territoriales permiten que en la región se pueda describir la función de un corredor biológico, el cual consiste en una franja de hábitat natural que conecta dos o más áreas de un hábitat similares. Estas áreas pueden ser fragmentos de bosque, parches de pradera, cuerpos de agua o cualquier otro tipo de hábitat natural.

“El propósito de un corredor biológico es permitir que las especies se desplacen entre estas áreas, facilitando el flujo genético y la dispersión de las poblaciones. Los corredores biológicos son importantes para ayudar a mantener la diversidad genética y la salud de los ecosistemas, así como para facilitar la migración de especies en respuesta al cambio climático y otros factores ambientales”, explicó Isaac Miramontes, estudiante de nivel avanzado en el programa de Biología de la UACJ.

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Al ser un área urbanizada, la conexión de las áreas verdes fragmentadas dentro de la ciudad representa una función importante, tanto los parques urbanos, las riberas de ríos y arroyos, franjas de vegetación a lo largo de carreteras y vías ferroviarias.

El río Bravo, conocido como el río Grande en Estados Unidos, es uno de los principales ríos de América del Norte y sirve como frontera natural entre México y EU en gran parte de su recorrido. Su longitud total es de unos 3 mil 34 kilómetros. Su importancia biológica se debe a la biodiversidad que alberga, en la que se incluyen especies endémicas y en peligro de extinción.

Este cuerpo de agua y sus humedales adyacentes son importantes áreas de descanso y alimentación para aves migratorias que viajan entre América del Norte y América del Sur. Conforma un ecosistema que brinda servicios como la protección contra la erosión del suelo, la filtración de agua y la regulación del ciclo del agua.

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La bióloga Coyolxauhqui Figueroa Batalla, docente del programa de Biología de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y responsable del Herbario de dicha institución, compartió con Netnoticias su conocimiento en sus seis años de estudio sobre la vegetación de la Sierra de Juárez, donde ha logrado estudiar y documentar cientos de especies.

“La Sierra de Juárez es un conjunto montañoso que abarca más o menos 12 mil 900 hectáreas, actualmente no se encuentra en ninguna categoría de protección en esta región, sin embargo, es el macizo montañoso más cercano a Ciudad Juárez, y yo diría de los más importantes. De ella se extrae agua, tiene un gran reservorio de organismos fósiles. Nos hemos dedicado a estudiar las plantas, hemos registrado alrededor de 170 especies distintas”, compartió la entrevistada.

Los tipos de vegetación que predominan son matorral xerófilo, que son de tipo micrófilo, halófilo y rosetiforme. El equipo del herbario visita el espacio natural con regularidad para el acopio de ejemplares que son identificados formalmente con el uso de claves botánicas.

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Coyolxauhqui Figueroa Batalla, bióloga de la UACJ | Foto: Carlos Sánchez Colunga

“Casi todas las especies que tenemos en nuestra sierra tienen propiedades medicinales, porque estas plantas podrían utilizarse para generar medicamentos nuevos. Tenemos dos cactáceas que están en la NOM 059 que están en la categoría de amenazadas: glandulicactus uncinatus y epithelantha micromeris”, informó la maestra Figueroa.

Advirtió que en los recorridos de investigación se ha documentado que hay saqueo excesivo por visitantes, como personas que los retiran del hábitat para comercializarlos en viveros locales que son puestas en macetas a precios elevados, donde normalmente el comprador no sabe que las plantas son saqueadas.

“Invitamos a la población a no comprar ese tipo de plantas que son saqueadas, la razón es que esas cactáceas, la mayoría tiene más de 50 años de edad, y son de muy lento crecimiento. Cuando son arrancadas de su hábitat se rompen todas sus interacciones biológicas, dejando de dar su servicio a los polinizadores (néctar), y sus interacciones con hongos, bacterias y otros animales que los consumen como roedores, reptiles, que se alimentan de flores, frutos o el cuerpo del cactus, dejando a esos animales sin su recurso”, abundó la investigadora.

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El Herbario UACJ a su cargo es un museo de plantas que representan la biodiversidad de la región, donde hay ejemplares de con partes secas de una planta, o las plantas completas, dependiendo del tamaño que tengan. Cuentan con datos de su identificación formal, donde una etiqueta tiene su nombre científico, su familia, el lugar donde se colectó, la fecha. Trabajo realizado en el departamento para investigar y reunir datos que pueden ser consultados por el público y recibir visitas escolares.

En la ciudad existen diversas iniciativas como: Defensa del Río Bravo, Sierra de Juárez, Bioexperimenta, Draco Unit, Senderistas de Ciudad Juárez, Juárez Limpio A.C., entre otras, cuyos giros van desde la promoción del ecoturismo con prácticas seguras a través de la concientización sobre los organismos vivos con los que se comparte el suelo que habitamos; comprender la imponencia de las formaciones geológicas de la sierra, la fauna, flora y el clima que le caracteriza; hasta la exigencia de políticas públicas amigables con el medio ambiente y pensadas en la sustentabilidad.

La comunidad fronteriza se encuentra en constante crecimiento, en los últimos 20 años ha aumentado en más de 300 mil el número de habitantes, pasado de un millón 187 mil 275 personas en el año 2000 a un millón 501 mil 551 habitantes, según datos del Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Migración (Inegi) es importante reflexionar acerca de las implicaciones y la responsabilidad sobre el uso de los recursos y el espacio que se habita.

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Carlos Sánchez Colunga
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