
En noviembre de 2017, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al 23 de septiembre como Día Internacional de las Lenguas de Señas, a observarse cada año a partir de 2018. La conmemoración de este día tiene la finalidad de promover la conciencia sobre la importancia de la lengua de señas para la plena realización de los derechos humanos de las personas sordomudas.
En este sentido, el documento de referencia reconoce la relevancia de preservar las lenguas de señas como parte de la diversidad lingüística y cultural. Además, recordó que el acceso temprano a la lengua de señas y a los servicios en esta modalidad, incluida la educación de calidad en esa lengua, es vital para el crecimiento y el desarrollo de las personas sordomudas, y decisivo para el logro de los objetivos de desarrollo convenidos a nivel internacional.
Es importante mencionar que la Federación Mundial de Sordos (World Federation of the Deaf, WFD; DMA, siglas en español), con sede en Finlandia y 135 asociaciones nacionales de sordomudos, fue quien emitió la propuesta para la celebración de este día internacional, eligiéndose el 23 de septiembre por ser la fecha de su fundación (1951).
De acuerdo a estadísticas de esta Federación, en la actualidad existen aproximadamente 72 millones de personas sordas en el mundo; más del 80 por ciento vive en países en desarrollo y, como colectivo, utilizan más de trescientas diferentes lenguas de señas. Así, cuando hablamos de garantizar y promover la plena realización de todos los derechos humanos relativos a las cuestiones lingüísticas y las libertades fundamentales, también se busca motivar la plena realización de los derechos humanos de las personas sordas.
Aunado a ello, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce y promueve el uso de las lenguas de señas, indicando que éstas son iguales a los lenguajes orales. Los Estados partes de la Convención se han comprometido a reconocer, aceptar y promover la utilización de las lenguas de señas.
Debido a lo anterior, es primordial exhortar a todas las personas, a todos los individuos, a aprender el lenguaje de señas y, sobre todo, los de las personas que los hablan. ¿Cómo? A través de la comunicación, y prestando atención al movimiento de sus manos y sus expresiones corporales y gestuales. El objetivo es ser facilitadores y facilitadoras de su comunicación y participación para poder lograr una mayor inclusión en nuestra sociedad.